Cinco semanas en globo página 6

―Sí, lo acepto, pero al menos lo habré intentado, así como usted con esta idea del globo ―respondió Joe cargando montones de rocas doradas hacia el globo.

―Está bien, pero si quieres, anotaré las coordenadas de este lugar por si algún día quieres volver con un grupo de exploradores por el resto ―dijo Samuel escribiendo en una hoja.

Joe sonrió. ¡No paraba de subir oro al globo! El descubrimiento lo había vuelto loco, pero Dick y Fergusson ya no lo molestaron y siguieron disfrutando el paisaje.

Luego continuaron su viaje. Joe sonreía más de lo normal, pero el Doctor estaba muy serio. Le preocupaba que casi no hubiera agua. La noche anterior la habían tirado para salvarse y ahora todo el lugar se veía muy seco, sin ríos, ni lagos para recoger más.

Casi no había viento, así que no avanzaban mucho y comenzaba a hacer mucho calor. La única forma de moverse era subiendo para buscar una corriente de aire. Entonces Fergusson se acercó a Joe:

―Joe, es necesario soltar uno de los costales de oro. El Victoria no avanza y la única forma de encontrar una corriente de aire es subiendo. Nos estamos quedando sin agua y debemos movernos pronto.

El joven lo miró a punto de llorar, pero sabía que era necesario, así que después de tomarse un tiempo, finalmente se puso de pie y tiró uno de los sacos de oro. Entonces el Victoria se elevó con velocidad.

Pronto encontraron una buena corriente de aire, pero les duró poco y un par de horas después el globo volvió a avanzar muy lento. Al paso que iban el agua se acabaría y el problema iba a ser más grave.

Lo único que veían a su alrededor, era arena. No había animales ni personas. Tampoco se veían nubes ni nada que anunciara que soplaría el viento o que llovería pronto. Lo único que podían hacer era esperar y cuidar la poca agua que tenían.

Al otro día los rayos del sol eran insoportables. Hacía mucho calor y el avance del Victoria era muy lento. Los tres siguientes días fueron iguales. La diferencia es que los viajeros ya estaban muy débiles, pues habían bebido muy poca agua.

Finalmente tuvieron que hacer bajar el globo y pasar la noche en tierra. Ninguno de los viajeros tenía fuerzas para vigilar o mantenerse en pie. Al amanecer apenas podían hablar o moverse. Parecía que todo estaba perdido. Fergusson intentaba cuidar de sus compañeros, pero ya no podía hacer nada más por ellos.

Cuando se habían dado por vencidos, Fergusson, como si le llegara un golpe de fuerza, gritó:

―¡Allá! ¡Miren!

A lo lejos se veía una enorme nube de arena que rápidamente se dirigía a ellos.

―¡Al Victoria! ¡Suban rápido!

Los tres viajeros abordaron de inmediato el globo con las pocas fuerzas que les quedaban. Era una tormenta de arena que seguro los sacaría de ese lugar. De inmediato y sin pensarlo, Joe tiró otro saco de oro para que el Victoria fuera más rápido aún. Ninguno se alegraba todavía, sólo les quedaba esperar.

Después de cuatro horas, el viento se detuvo y el globo estaba nuevamente inmóvil. La diferencia es que ahora se encontraban sobre una gran selva, llena de árboles verdes y un gran manantial de agua pura. Sin pensarlo, bajaron a toda prisa. En ese momento no les importaban los humanos ni los animales salvajes, lo único que querían era llegar al agua cuanto antes.

Por fin llegaron al manantial sin ningún peligro y se refrescaron calmando su sed. La noche fue tranquila y alegre, pues estaban de nuevo a salvo.

Capítulo 9

Al otro día el viento no soplaba, así que decidieron quedarse una noche más. Esto preocupaba al Doctor, pues en cualquier momento se podrían quedar ahora sin comida. Por la noche el clima. Los tres viajeros subieron al Victoria pues el viento soplaba muy fuerte y lo mejor era aprovecharlo. Así se despidieron del lugar que les había salvado la vida. Al otro día, vieron el hermoso paisaje sobre el que volaban. Estaba lleno de animales salvajes y mucha vegetación. Parecía un bello zoológico. Así continuaron tranquilamente su viaje por dos días.

Durante el viaje, pasaron sobre otras tribus. Estas parecían más salvajes aún, así que decidieron mantener la distancia. En un momento volaron por encima de una guerra entre aldeas. Todos peleaban hasta que vieron el Victoria. ¡Entonces comenzaron a lanzarles flechas!, pero al ver que no le hacían nada, decidieron continuar luchando entre ellos. Más tarde cruzaron por encima de otra aldea. La gente hizo lo mismo que en las anteriores, sólo que en esta ocasión, su jefe los hizo callar y de forma amable les pidió a los viajeros que se alejaran de su ciudad. Para su mala suerte, el viento dejó de soplar y de pronto se quedaron detenidos sobre el pueblo. Por fortuna no los alcanzaban, pero esto hizo enfurecer al jefe y a sus habitantes.

Por la noche todos se metieron en sus casas, pero aún se veía movimiento en el lugar. Fergusson y sus compañeros no podían hacer nada más que esperar a que el aire los alejara pronto de ahí, pues lo que menos querían era molestar a la tribu. De pronto, comenzó a sentirse un ligero aire que comenzaba a moverlos. En ese momento, salieron los hombres de sus casas y empezaron a lanzar algo con fuego hacia el globo. ¡Eran pájaros con algo encendido atado a sus patas! Los animales no se lastimaban, pero al pasar cerca del Victoria podían incendiarlo. Esto asustó a los viajeros que de inmediato pidieron a Joe lanzar otro saco de oro para elevarse más rápido. Pronto se encontraron lejos de su alcance, sanos y salvos.

Al otro día el paisaje era tranquilo. Vieron jirafas, gacelas y algunos lagartos. Después pasaron sobre el mar Caspio de África.

Más tarde vieron una zona llena de islas en un gran lago llamado Chad. Todas estaban habitadas por tribus muy salvajes. El viento estuvo a su favor y cruzaron muy rápido. No muy lejos de ahí Joe vio en el cielo algo que podría gustarle a Dick.

―Mire, señor Kennedy, ahí viene volando nuestra comida. ¿Puede cazar algunos pájaros para la cena?

A toda velocidad se acercaba un gran número de aves, pero no se distinguía claramente su especie. Cuando estuvieron más cerca, Fergusson dijo:

―Esperen, esos no son simples pájaros… son… son… ¡son quebranta huesos!