Un Capitán de 15 años para niños

Un capitan de quince años

No hay nada que te impida lograr lo que quieres, ¡ni siquiera la edad! Y para muestra, este hermoso libro de Julio Verne: UN CAPITÁN DE QUINCE AÑOS, donde un joven demuestra que cuando se tiene una meta (sobre todo una tan importante como la de él), no hay obstáculos que nos puedan detener.

Este libro infantil es una versión adaptada para niños, por lo que tiene todas las aventuras, pero también cuenta con un lenguaje adecuado para los pequeños, por loq que este libro es apto para todos.

¡Ah, y claro! Como es de Julio Verne, sabemos que es maravilloso. 

Un Capitán de 15 años para niños

La Pilgrim era un barco que pertenecía James W. Weldon, un hombre rico. El capitán de la nave se llamaba Hull, ¡el mejor marinero del lugar! Como la pesca no había sido buena, decidió ir de un puerto llamado Auckland.

Cuando iba a partir, le dijo la señora Weldon:

—Necesito que me lleve con usted. Mi hijo Jack está enfermo.

El capitán les dejó su camarote, pues era el más limpio. El viaje duraría dos meses.

Iba con ellos el primo de la señora Weldon, Benedicto. A él le encantaba estudiar la Historia Natural.

Había un hombre en la tripulación que no era americano, pero hablaba muy bien el inglés. Era un cocinero portugués llamado Negoro.

Él era de mediana estatura, nervioso, de cabello negro y piel morena. Tenía como cuarenta años y estaba algo robusto.

Ahora hablemos del grumete. ¿Sabes qué es un grumete? Son muchachos que están aprendiendo a ser marineros. Ellos ayudan a la tripulación de un barco para  llegar a ser muy buenos.

El grumete tenía quince años y nadie sabía quiénes eran sus padres. Se llamaba Dick Sand, y había nacido en Nueva York. Tenía los ojos azules y piel morena, y aunque no era muy alto, tenía un cuerpo muy atlético.

¡El grumete Dick Sand aprendió a leer a los cuatro años!, y a los ocho ya amaba el  mar. También le gustaba estudiar geografía, y le encantaban las matemáticas, pues creía que lo ayudarían mucho para ser un buen marinero.

También debes saber que Dick Sand era, de alguna manera, el hijo adoptivo de la señora Weldon y consideraba al pequeño Jack como su hermanito. Por eso, el grumete se puso muy contento cuando supo que viajarían con ellos.

Pasaron los días y el capitán estaba algo preocupado porque el viento no le permitía orientar bien el barco.

—¡Tengo mucho miedo! —dijo Jack.

—No te preocupes. Al barco no le pasará nada porque está bien equilibrado —dijo Dick Sand.

De pronto, el niño señaló con su mano derecha hacia el mar y dijo:

—¿Qué es eso, Dick?

El grumete se puso de pie, miró con atención y gritó:

—¡Por estribor! ¡Un objeto en dirección al viento! ¡Por estribor!

Vamos a detenernos un poco para explicarte algunas palabras que usan los navegantes. A la parte delantera de un barco se le llama proa, y a la trasera, popa. Estribor es el lado derecho de una embarcación cuando se mira hacia adelante y babor es la parte izquierda. Los navegantes le dieron estos nombres para evitar confusiones, porque en algún momento de peligro, si el capitán gritaba algo como: ¡Todos a la izquierda!, los marineros que estarían de espaldas irían a un lado y los que estuvieran volteados hacia el capitán a otro. Así, cuando alguien grita: “¡Por babor!”, los marineros van hacia el lado correcto al que tienen que ir.

Ahora volvamos a nuestra historia. Cuando Dick gritó: ¡Por estribor!, toda la tripulación se dirigió hacia allá. Algo se veía a lo lejos.

—¿Serán náufragos? —preguntó la señora Weldon.

—Al parecer se trata de un barco —dijo Hull.

El capitán tenía razón, era un barco que había naufragado. Todos pensaron que no había nadie, pero de pronto, ¡Dick escuchó un ladrido! Y era cierto, de repente apareció un perro, y claro, la tripulación decidió rescatarlo.

El perro ladraba mucho y Dick se imaginó que el animal trataba de avisarles que había personas. ¡Y así era!, había hombres de piel negra a los que rápidamente subieron a La Pilgrim. Todo ellos estaban desmayados.

El capitán pensó que debían darles de comer, así que le gritó a Negoro, el cocinero, para que fuera. Pero cuando llegó, el perro se puso muy nervioso, comenzó a gruñir y ¡se abalanzó sobre Negoro!, pero éste logró rechazarlo.

El capitán estaba extrañado y le preguntó:

—¿Acaso conoce usted a este perro?

—¿Yo?, ¡en mi vida lo he visto! —contestó el cocinero.

Dick lo siguió con la vista y pensó: “¡Qué raro es esto!”

Cando los náufragos recobraron el sentido, uno de ellos contó su historia:

—Hace diez días otro barco nos chocó, por eso nos volcamos. Somos ciudadanos americanos. Un inglés nos contrató como trabajadores. Dingo, nuestro perro, nos salvó de quedarnos ahí para siempre.