Un capitán de quince años página 2

Los hombres salvados por el capitán Hull deseaban trabajar. Eran cinco y se llamaban: Tom, Austin, Bat, Acteón y Hércules.

El perro se hizo amigo de Dick, pero en especial del pequeño Jack. ¡Hasta se dejaba montar por él como si fuera un caballo! A todos les gustaba Dingo, menos al cocinero Negoro.

El perro llevaba en el cuello un collar con las iniciales S. V., al parecer, era su viejo nombre, antes de que lo encontraran los marineros negros.

Un día, mientras Jack jugaba dados, Dingo tomó uno de ellos con la letra S y lo colocó al lado del niño, luego tomó otro con la letra V e hizo lo mismo, y comenzó a ladrar y a moverse muy extraño. Cuando alguien intentaba quitarle los dados, el perro gruñía.

—¡Dingo sabe leer! —gritó el pequeño Jack.

¿Te imaginas un perro que lee?

El capitán recordó que nadie sabía quién era el dueño del perro antes de que lo rescataran. Luego dijo:

—Esas dos letras me recuerdan un gran explorador —todos se pusieron a su alrededor, para escuchar la historia—. Hace dos años, un explorador francés quiso atravesar África de oeste a este, empezando por el Congo. Se llamaba Samuel Verdon.

—¡Samuel Verdon! —dijo la señora Weldon—, las dos iniciales que el perro ha escogido y que lleva en su collar.

—Así es —confirmó el capitán—, ese francés hizo el viaje, ¡pero jamás se volvió a saber de él! Puede ser que los indígenas lo hayan capturado. Este perro debió ser suyo y logró huir. Luego lo halló el capitán del barco de nuestros amigos que encontramos. Pero todo esto es sólo una suposición.

Mientras tanto, el cocinero Negoro estaba lejos de ahí y miraba al perro de una manera especial. Dingo le comenzó a ladrar.

¡Qué extraño es todo esto!, pensó el grumete, ¡Ojalá Dingo pudiera hablar!

El viaje continuó. La señora Weldon, que se encontraba paseando por la popa, vio un espectáculo bastante curioso. ¡El mar se puso rojo! Dick vio su sorpresa y le explicó que eran millones de pequeños animalitos.

—Son alimento de las ballenas. Con suerte veremos alguna —dijo Dick.

De pronto, un marinero gritó:

—¡Una ballena a babor!

Todos corrieron hacia esa dirección. El capitán y el joven Dick demostraron su conocimiento sobre los animales del mar:

—Creo que por la fuerza del chorro de agua y por la cantidad de vapor que hay, se trata de una ballena jubarte —dijo Dick.

—Así es —dijo el capitán—, lo que tenemos ante nosotros es una jubarte.

Todos los marineros decidieron capturar a la ballena para obtener el aceite que ellos comerciaban. Se prepararon para seguir al animal. El capitán Hull le pidió al joven Dick que cuidara todo hasta su regreso.

—Tú te encargarás del barco hasta que yo vuelva —le dijo a Dick.

Mientras la balsa se alejaba, apareció el cocinero Negoro. Dingo, en cuanto lo vio, se lanzó sobre él, pero Dick lo detuvo. Luego llamó a Hércules, uno de los hombres que habían rescatado y le dijo:

—Por favor, vigila a ese hombre sin que se dé cuenta.

Hércules dijo que así lo haría. Mientras tanto, la balsa que iba detrás de la ballena se alejó mucho.

El capitán logró hacer que la ballena se pusiera entre las dos embarcaciones. Ella parecía dormir. Era el momento de atacar, así que el capitán Hull tomó un arpón y lo lanzó con toda su fuerza. El mamífero se agitó y dejó ver a una pequeña ballena bebé a la que estaba amamantando.

La ballena se sumergió en el agua junto con su bebé.

—¡No tendrá más remedio que volver a la superficie para respirar! —dijo el capitán.

Aunque tal vez ya lo sabes, las ballenas respiran aire, por eso son mamíferos, qué curioso, ¿no?