La vuelta al mundo en 80 días página 7

Al día siguiente el cielo se oscureció con unas nubes que amenazaban con convertirse en tormenta. El viento soplaba muy fuerte y el mar estaba muy agitado. Esto provocó que el barco fuera más lento y tuvieran un atraso de ¡veinte horas! Eso haría que perdieran el siguiente barco, pero Phileas se mantenía tranquilo, parecía como si esta tormenta también estuviera dentro de sus horarios de viaje.

Por otro lado, esto alegró a Fix ya que le daría más tiempo para que la orden llegara a Hong Kong. En cambio, Picaporte estaba furioso pues no deseaba que su amo perdiera la apuesta por ningún motivo.

Finalmente llegaron a su destino y sin tardanza Phileas preguntó si su barco ya había partido. El hombre encargado de los horarios le respondió que saldría hasta el día siguiente, pues había tenido un problema en una de sus máquinas y estaba retrasado. Esto les dio mucha tranquilidad, porque de haberlo perdido tendrían que esperar cinco días hasta la salida del siguiente.

Ahora tenían tiempo para llevar a Aouida con su familiar en la ciudad. Al llegar al lugar donde les darían información, les dijeron que ya no vivía ahí, pues se había hecho rico y viajado a Holanda. Esto entristeció a la mujer, pero entonces Phileas le dijo que la llevaría con él en su viaje alrededor del mundo y que al volver a Inglaterra después de ganar la apuesta, la acompañaría a Holanda. Aouida estaba apenada por la ayuda de Fogg, pero ya se había convertido en su amigo y aceptó gustosa poder pasar más tiempo con Phileas.

Más tarde, Picaporte se encontró con Fix que regresaba al puerto muy molesto al enterarse de que la orden de arresto tampoco había llegado aún a Hong Kong.

―Y bien, señor ¿nos acompaña a América?― preguntó Picaporte riéndose.

―Sí ―respondió nervioso.

―¡Muy bien! ―se burló―. Yo sabía que no se iba a separar de nosotros.

Ambos subieron al barco para apartar los camarotes que necesitaban para el viaje. Al bajar, un hombre les dijo que el Carnatic estaba listo para partir esa noche. Eso alegró a Picaporte, que quiso ir de inmediato a avisarle a su amo.

Fix estaba más enojado aún, pues ahora sería complicado atrapar a su ladrón en América. Entonces tuvo una malvada idea. Su criminal no escaparía si no tomaba ese barco, así que antes de que Picaporte fuera a darle la noticia a Fogg, lo invitó a tomar algo para festejar. A pesar de que el sirviente tenía poco tiempo, aceptó. Ambos bebieron demasiado y entonces ¡Fix le dijo la verdad a Picaporte!

El sirviente entendió que no era un espía, si no un detective que creía que su amo era un ladrón de bancos. Por otro lado Fix le pidió que lo ayudara, pero Picaporte se sintió ofendido, pues jamás traicionaría a su amo pero sobre todo, negaba que Fogg fuera un criminal, así que no aceptó ayudarlo.

Fix le pidió que no dijera nada, pero en ese momento el sirviente se quedó completamente dormido en la mesa. Esto alegró al detective, pues ahora Phileas perdería su barco al no haber recibido la noticia. Así que Fix se fue y dejó abandonado la inocente Picaporte.

Al día siguiente, Fogg y Aouida llegaron al puerto, pero no encontraban a Picaporte. Ahí se enteraron que el barco había partido la noche anterior. De pronto Fix se acercó a ellos fingiendo sorpresa de encontrarlos.

―Qué gusto verlos de nuevo. ¿También han perdido el barco?

―Sí y también a mi sirviente ―respondió Phileas muy serio.

―Qué mal, ahora tendremos que esperar cinco días hasta que salga el siguiente.

Fix estaba alegre de saber que Picaporte estaba perdido y de poder detener cinco días más a Fogg en Hong King. ¡Imaginen su sorpresa al escuchar que su plan era ir a buscar un pequeño barco al muelle! Además no parecía muy preocupado por Picaporte. El detective no se despegó de ellos, pues si conseguían un barco, tendría que seguirlo hasta donde fuera.

Después de un rato de búsqueda, finalmente Phileas logró encontrar un barco. El capitán, llamado Bunsby, no estaba convencido de hacer un viaje tan largo pues el clima era terrible en esos días, pero Fogg le ofreció una buena cantidad de dinero y aceptó. Su plan era ir muy rápido y sin detenerse para llegar a Shangai antes de que el barco que iba a Yokohama zarpara. Una hora más tarde, salieron del puerto con el capitán, algunos ayudantes, Phileas, Aouida y por supuesto, el detective Fix. En cuanto a Picaporte, Fogg tenía la esperanza de que los alcanzara en algún momento.

 

Al día siguiente, por la tarde, Bunsby observaba el paisaje muy preocupado. Notaba que se acercaba una tormenta que podría traerles problemas.

―Señor Phileas, el clima se pondrá peor y sin duda será peligroso con los vientos.

―¿De dónde viene la tormenta?

―Del sur ―respondió el capitán un poco confundido.

―Perfecto, el viento nos empujará e iremos más rápido ―dijo Fogg sonriente.

Por la noche, la tormenta y el viento eran muy fuertes. El barco se movía como una hoja de papel sobre el mar. Todos estaban preocupados, menos Phileas que siempre se veía tranquilo. Nadie había podido dormir, pues todo se movía como si estuvieran dentro de una licuadora.

Por la tarde del día siguiente, todo estuvo más tranquilo y los pasajeros pudieron por fin comer y dormir un poco. Pero más tarde Bunsby corrió a despertar a Fogg. A lo lejos se veía un enorme barco. ¡Era el barco americano que salía de Shangai hacia Yokohama!

―Hagamos señales, lancemos alguna bengala o algo que los haga esperarnos ―dijo Fogg sin mostrarse angustiado como los demás.

Entonces el capitán fue por la bengala que lanzó encendida al cielo.

¿Quieres saber lo que había sucedido con Picaporte? La noche en que se quedó dormido en Hong King, un par de hombres lo ayudaron a despertar. El sirviente se dio cuenta de la hora y sin más tiempo que perder corrió al barco con la esperanza de que su amo se hubiera enterado de la partida del barco y estuviera con Aouida a bordo. Apenas alcanzó a subir de un salto antes de que el Carnatic partiera.

Durante el viaje, Picaporte recordó lo sucedido y esperaba encontrarse con Fix para darle su merecido, pues entendió que le había tendido una trampa. Por otro lado, estaba triste de no encontrar a su amo por ningún lado. Ahora lo que le preocupaba era que llegaría a Yokohama y no tenía ni una libra para comer o viajar en busca de Phileas. Por lo pronto, podía comer todo lo que quisiera en el barco, pues eso ya estaba pagado, así que aprovechó para llenarse la barriga.

Finalmente el Carnatic llegó a Yokohama y Picaporte comenzó a caminar por las calles sin entusiasmo. Buscaba algo que pudiera hacer para conseguir dinero.