La Iliada para niños

La iliada: resumen

Si te gustan las batallas y los grandes héroes, entonces este libro de Homero te va a encantar, porque además de ser uno de los libros más emocionantes que se han escrito, también tiene a un montón de Dioses griegos metiéndose en las guerras de los humanos, lo que hace que todo se complique una y otra vez.

Nos vamos a encontrar a Zeus, a Afrodita, a Hermes y a Ares, entre muchos otros, ayudando u obstaculizando el trabajo de los héroes como Aquiles o Héctor. 

En fin, que este resumen de la Iliada para niños y adolescentes es la mejore que existe en la red, porque es fiel a las aventuras de la versión original. 

La Iliada para niños

La Iliada para niños y jóvenes

CANTO 1

Vamos a contar la historia de algunos héroes. Comencemos con Aquiles. Él era hijo de Tetis y de un hombre llamado Peleo. Era muy fuerte y hábil, tanto, que le decían <>. La gente pensaba que nada podía hacerle daño… ¡y era verdad! Eso era así porque su madre, cuando nació, lo sumergió en un río mágico. Lo malo fue que de algún lado tenía que sostenerlo y fue del talón. Claro, del talón de Aquiles.

La historia que contaremos se trata de la guerra de dos grandes pueblos: los aqueos y los troyanos. Ellos llevaban mucho tiempo peleando, pero un día, una horrible enfermedad cayó sobre los aqueos. Le llamaban la peste. Sobre ésta un adivino dijo:

—La peste no se irá hasta que Criseida sea devuelta a su padre.

Criseida era la esclava de Agamenón, el jefe de los aqueos. Agamenón no podía permitir que la peste acabara con su ejército, regresó a Criseida, pero en su lugar le quitó a Aquiles a una mujer muy importante.

¡Aquíles se enojó muchísimo! No podía creer que su jefe le hiciera eso. Por eso se fue a su tienda y dijo:

—Yo no me muevo de aquí. No lucharé más.

—Huye, Aquiles. Hay otros hombres valientes que lucharán a mi lado —dijo Agamenón

Aquiles miraba hacia el cielo, cuando vio que bajaba Atenea.

—¿A qué has venido, Atenea? De seguro a ver lo que me ha hecho Agamenón.

—Vengo a consolarte y a decirte que no luches contra él. Puedes molestarte, pero nunca atacarlo con tu espada ni tus guerreros. Si me haces caso todo el daño que te hizo se convertirá en cosas buenas.

Aquiles estaba tan enojado que habló con Tetis, su madre, para que convenciera a Zeus de ayudar a los troyanos. ¡Imagínate! Le pidió que ayudara a sus enemigos.

—Si permito que Troya gane las batallas, entonces Hera se enojará conmigo. Pero está bien, haré lo que me pides —le contestó su madre.

CANTO 2

Zeus no podía dormir. Estaba pensando cómo cumplir la promesa que le hizo a Tetis, la madre de Aquiles. Tenía que lograr que los troyanos ganaran. De pronto se le ocurrió una idea. Lo que hizo fue meterse en los sueños de Agamenón. Lo hizo en la forma de un sabio a quien el jefe de los aqueos respetaba mucho y le dijo:

—Levántate, Agamenón. No es tiempo de dormir. Debes armar a todos tus hombres para que tomen Troya.

Agamenón habló con los demás jefes y les platicó su sueño. Uno de ellos le dijo:

—Si no fueras tú quien nos cuenta esta historia increíble, no la podríamos creer.

El jefe de los aqueos quería probar la valentía de su ejército. Necesitaba saber si estaban listos para la batalla. Para eso les dijo:

—Mis queridos amigos y héroes. Hemos luchado por mucho tiempo. Somos un gran ejército y no hemos logrado derrotar a Troya y los pocos hombres que tiene. Es hora de irnos, vamos a regresar con nuestras esposas y pequeños hijos que nos esperan. ¡Huyamos en los barcos a nuestra patria! Ya no tomaremos Troya.

Todos los hombres que escucharon sus palabras se emocionaron. De inmediato corrieron a los barcos para prepararlos. Ya se iban a casa. Atenea escuchó todo esto y de inmediato bajó para buscar a Ulises (Hay un libro maravilloso que habla sobre las aventuras de este héroe que se llama La Odisea) y decirle:

—¿En verdad piensan huir y dejar a Helena en manos de los troyanos? Ve enseguida con los aqueos y detenlos. No permitas que sus barcos se vayan al mar lejano.

Ulises corrió hacia donde estaba el consejo de jefes. Cuando estuvo en el centro, comenzó a hablar:

—Agamenón, los dioses te prometieron que destruirías la muralla de Troya. Todavía no lo has hecho, eso quiero decir que no es tiempo de partir. Es cierto que extrañamos a nuestras mujeres, pero ¡debemos quedarnos hasta que tomemos la gran ciudad!

Todos los guerreros estuvieron de acuerdo con Ulises. Como sólo era una prueba que Agamenón les había puesto a sus soldados, él también estaba de acuerdo.

—Tomen sus armas y vamos a luchar contra Troya —dijo el jefe de los aqueos.

Todos los soldados se formaron con sus jefes adelante. Eran miles de valientes guerreros y cientos de barcos.

Los troyanos se enteraron de que iban a ser atacados de nuevo, por eso Héctor, el jefe de su ejército, organizó la defensa. Los hombres de Troya también eran valientes, pero no eran tantos como sus enemigos.

CANTO 3

Los dos ejércitos estaban listos para la batalla. Estaban frente a frente. En la primera fila de los troyanos estaba Paris. Menelao, hermano de Agamenón, lo vio y de inmediato corrió hacia él para atacarlo. A Paris le dio miedo y huyó de ahí. Héctor vio todo esto y le dijo:

—Eres un cobarde. Todo lo que sucede es tu culpa y de todos modos te escapas. ¿No enfrentarás al gran hombre al que le robaste la esposa? De nada importa tu belleza si no tienes valentía.

Tal vez no hayas entendido bien por qué le dijo eso Héctor a Paris. Vamos a contarte. Helena era una mujer muy bella, algunos dicen que la más hermosa que ha existido. Ella era la esposa de Menelao, rey de Esparta y hermano de Agamenón. En cierta ocasión, Paris viajó a Esparta y conoció a Helena. Ellos se enamoraron. Los amantes huyeron juntos a Troya y es por eso que los griegos atacaron a los troyanos.

Ahora continuemos con lo que le contestó Paris a su hermano Héctor.

—Tienes razón en estar enojado conmigo. Tus palabras son duras pero ciertas. Voy a luchar contra Menelao. El que gane de los dos se quedará con las riquezas del otro y con Helena.

Héctor se puso muy contento al escuchar lo que dijo su hermano y habló muy fuerte para que los dos ejércitos lo escucharan.

—¡Paris luchará sólo contra Menelao! El que gane se quedará con todo. Después de eso los aqueos volverán a su tierra y nosotros nos quedaremos en paz en la nuestra.