—No, no me ha dicho su verdadero nombre. Y me parece muy romántico, probablemente se trata de un aristócrata.
Sibyl, quien había salido a cambiarse, entró de nuevo a la habitación y dijo:
—¡Qué serios están! ¿Qué sucede?
—Nada —respondió James—, supongo que a veces hay que ponerse serios.
Sibyl y James salieron al parque a pasear. La gente se sorprendía de que un muchacho así estuviera con una mujer tan bella. Ella iba soñando con su Príncipe Azul y con las aventuras que su hermano tendría en Australia. Estaba segura que encontraría mucho oro y que dejaría de ser marinero. James la escuchaba con tristeza, pues le dolía abandonar el hogar.
Además de eso, pensaba que el caballero que iba a ver a su hermana al teatro no la haría feliz.
—No escuchas una palabra de lo que te digo, James —dijo Sibyl.
—¿Qué quieres que te diga?
—Que serás bueno y no te olvidarás de nosotras.
—Será más fácil que te olvides tú de mí. Escuché que tienes un nuevo amigo. ¿Quién es? Tengo derecho a saberlo
—No digas nada de él. Yo lo quiero. Se llama Príncipe Azul y si lo conocieras te darías cuenta que es la persona más maravillosa del mundo. Te gustará mucho, a todo el mundo le gusta. Ojalá pudieras venir esta noche al teatro. Estará ahí y yo haré de Julieta.
—Has perdido la cabeza, Sibyl.
—Mi querido hermano, hablas como si tuvieras cien años. Algún día también te enamorarás y entenderás todo esto. Mira, ¡ahí está mi Príncipe Azul!
—¿Quién es? Señálamelo ¡Tengo que verlo!
—Se ha ido —dijo Sibyl con carita triste.
—Te juro que si te hace daño….
—Sé que nunca harás daño a alguien que yo ame, ¿verdad?
—No, mientras lo quieras.
—Lo querré siempre, y él siempre me va a querer a mí.
—Más le vale.
CAPÍTULO 5
—¿Has escuchado las noticias? —le preguntó lord Henry a Basil.
—¿Cuáles noticias? —preguntó el pintor.
—Dorian Gray se va a casar.
—¿Con quién? —preguntó sorprendido Basil.
—Con una actriz que nadie conoce.
—¿Es una buena chica?
—Es hermosa. Por lo menos eso dice Dorian. Pero aquí llega él, te lo contará todo mejor que yo.
—Basil, Harry. ¡Ambos tienen que felicitarme! —dijo el muchacho—. Nunca he sido tan feliz.
—Estoy feliz por tu compromiso, Dorian. Pero estoy enojado contigo por no contármelo.
—En realidad no hay mucho que decir. Ayer, después de dejarte me vestí y salí a cenar. Después de eso fui al teatro a ver a Sibyl actuar. Estaba tan maravillosa que me olvidé que vivo en Londres. Cuando terminó la obra fui a verla, nos acercamos, nos besamos y fui feliz. Le dije que la amaba, ella me dijo que no era digna de ser mi esposa. ¡Imagínate!
Los dos amigos sólo se le quedaron viendo. Dorian se veía muy contento.
—Cuando conozcan a Sibyl Vane comprenderán todo. Vámonos al teatro, cuando salga a escena encontrarán algo que nunca habían conocido.
—Yo lo conozco todo —dijo lord Henry— pero veamos si podemos disfrutar alguna emoción distinta.
Se levantaron para ponerse los abrigos. Basil se sentía triste porque sentía que el matrimonio todavía no era bueno para Dorian. También pensaba que Sibyl estaría siempre entre ellos y que su relación ya no sería la misma.
CAPÍTULO 6
Por alguna razón, esa noche el teatrillo horrible tenía mucho público.
—¡Qué lugar para encontrar a una diosa! —dijo lord Henry.
—Es cierto —respondió Dorian—, pero aquí fue donde la encontré. Cuando ella actúe, te olvidarás de todo.
Un cuarto de hora después apareció Sibyl Vane en el escenario. Lord Henry pensó que era una de las chicas más bellas que había visto en su vida. La obra era Romeo y Julieta. Ella se movía en el escenario con mucha gracia, pero al público le parecía aburrida. Dijo un breve diálogo que sonó feo y artificial. Hacía que la obra fuera terrible.
Dorian Gray, al ver esto, se puso pálido. Estaba nervioso. Ninguno de sus amigos se atrevía a decir algo. Sibyl les parecía una pésima actriz y estaban desilusionados.