Fábulas de Esopo para niños página 3

La zorra y el mono rey

El mono bailó en una reunión de animales. ¡Lo hizo tan bien que lo hicieron rey! El grillo no estaba de acuerdo con esto y, además, la zorra se puso celosa. Por eso le llevó comida en una trampa.

—Ten, querido mono, éste es alimento especial para reyes. Nadie más puede comerlo —dijo la zorra.

El mono se acercó y claro, ¡quedó atrapado!

—¡Tú me engañaste —gritó el mono.

—¡Y tú eres muy tonto! ¿Así quieres gobernar a los animales? —contestó la zorra.

El grillo no había dicho nada, pero luego gritó:

¡No deberíamos elegir a nuestro rey porque baila bien! Yo propongo que seleccionemos al más inteligente y bueno.

Los demás animales estuvieron de acuerdo y comenzaron las votaciones.

La zorra y el chivo en el pozo

El grillito estaba descansando en una hoja en un pozo profundo. De pronto, una zorra cayó en él. ¡La pobre no podía salir! Luego llegó un chivo y le preguntó:

—Oye, amiga, ¿el agua está buena?

—¡Deliciosa! —le contestó. Claro que no le dijo que no podía escapar de ahí.

—Ven, baja para que la pruebes —dijo la zorra.

Sin pensarlo mucho, el chivo saltó a donde ella se encontraba. Después de beber, le preguntó:

—¿Cómo saldremos de aquí?

La zorra dijo:

—Muy fácil. Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien tus cuernos. Luego yo subiré por tu cuerpo y cuando esté afuera, te jalaré.

Al chivo le gustó el plan. La zorra trepó y salió del pozo. Después se alejó de la orilla, ¡sin cumplir la promesa!

Cuando el chivo le reclamó, la zorra le dijo:

—Mira, amigo, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no habrías bajado sin pensar cómo salir.

El grillo, que lo vio todo, le dijo al chivo:

—Mira, yo salto muchísimo, así que puedo salir de cualquier lado, pero si tú no sabes saltar, no deberías meterte en pozos.

Luego salió y le aventó una rama con la que pudo salir.

La zorra del rabo cortado

Una pobre zorra perdió su cola en una trampa. ¡Estaba muy avergonzada! Sentía que su vida era horrible. “Yo no quiero estar así”, pensó. Por eso decidió hacer que las demás zorras se cortaran la cola. Así nadie se daría cuenta de su defecto.

Al día siguiente reunió a todas sus hermanas y les dijo:

—La cola, compañeras, no es más que algo pegado que ¡no sirve para nada!

Una de ellas dijo en voz alta:

—Oye, hermana, estamos seguras que no dirías esto si tuvieras rabo—dijo, mientras movía su cola.

Como ahí estaba dormido el grillo, ¡salió volando por los aires!

—Yo pienso que deberías darte cuenta que eres maravillosa. No importa si tienes cola o no—le dijo el grillo a la zorra sin rabo.

La zorra que nunca había visto un león

Había una zorra que nunca había visto a un león. Un día, se encontró de frente con uno. Como era la primera vez, ¡sintió un miedo espantoso! Y claro, se alejó muy rápido.

Cuando se encontró al león por segunda vez, todavía tenía miedo, pero menos que antes. ¡Hasta se atrevió a observarlo por un rato!

La tercera vez, se armó de valor. Luego se acercó lo suficiente para platicar con él.

Al final, ¡ya hasta eran amigos!

Después de eso, fue a contárselo al grillo.

—¿Y cómo crees que me sentí yo la primera vez que te vi? Pues si ¡eres enorme! Después supe que, aunque a veces eres muy latosa, también tienes buenos sentimientos.

La zorra y la máscara vacía

Un día entró la zorra  y el grillo entraron a la casa de un actor. Después de revisar sus maravillosos objetos, vieron una máscara hermosa. ¡Era una obra de arte!

La zorra la tomó entre sus patas y dijo:

—¡Qué hermosa cabeza!, ¡qué lástima que no tiene sesos!

—Sí, a veces las apariencias engañan —contestó el grillo, mientras se veía en uno de esos espejos que hacen muy grandes los reflejos.