Las aventuras de Huckleberry Finn​ página 4

Capítulo 5

Mi padre estaba sentado en una silla. Me dio miedo que me fuera a pegar como antes, pero no lo hizo. Tenía el cabello largo, igual que la barba. Estaba sucio de la cabeza hasta los dedos de los pies, que le salían de una de sus botas rotas.

Nos quedamos mirando. Luego me di cuenta que mi ventana estaba abierta. Por ahí entró. Después de un momento, me dijo:

―Qué buena ropa llevas. Seguro te crees muy importante. Desde que me fui, te volviste presumido. Pero te lo voy a quitar. Ya me dijeron que vas a la escuela, que saber leer y escribir. ¿Quién te dio permiso de hacer eso?

―La viuda Douglas. Ella me dejó ir a la escuela para aprender.

―¡La viuda! ¿Quién se cree? Ya le voy a enseñar a no meterse en lo que no debe. Y tú, ya no vas a ir a la escuela, ¿entendiste? No voy a dejar que te sientas más que yo. Tu mamá no sabía leer ni escribir y se murió tranquila. Nadie de la familia conocía de esas cosas. Yo tampoco y no voy a permitir que tú lo hagas ¿entiendes? A ver, quiero que leas algo.

Saqué un libro y empecé a leer. Cuando llevaba un minuto, me detuvo, entonces me lo arrebató y me dijo:

―Es cierto, sabes leer. Voy a vigilarte. Si te veo ir a la escuela, te daré una paliza. Tú estás muy tranquilo, durmiendo en una buena cama, con tu cuartito limpio, mientras yo duermo con los cerdos. Además me han dicho que eres rico y alguien te guarda el dinero. Cuéntame sobre eso.

―Te han mentido.

―Mira, ten cuidado. Llevo dos días en el pueblo y todos me han dicho que eres rico. Mañana vas a ir por ese dinero. Lo quiero para mí.

―No tengo nada, de verdad.

―Ya sé que te lo guarda el juez Thatcher. No me digas más mentiras o te pegaré.

― Pregúntale al juez. Yo no tengo dinero.

―Mañana lo haré. Pero ahora, dame el dinero que tengas.

Al principio no quería, porque seguro se lo gastaría en algo malo. Pero me dio miedo que me pegara, así que se lo di y por fin se fue. Al día siguiente buscó al juez, pero no logró que le diera nada. Luego la viuda y Thatcher, fueron con otro juez para que mi papá ya no tuviera derecho a estar cerca de mí y que alguno de ellos me cuidara con el permiso de la ley. Pero como este juez era nuevo, no conocía lo malo que era mi papá, entonces dijo que sería un error separar a un padre de su hijo, así que dejó que me quedara con la viuda, pero no hizo que mi papá se alejara de mí.

Él se puso muy contento y me advirtió que me pegaría si no le conseguía dinero. Entonces yo tuve que pedir prestado y él se lo gastaba en cerveza. Luego de emborracharse, tenía problemas y lo llevaban a la cárcel. En esos días yo me escapaba para ir a la escuela. Pero a veces se enteraba y me pegaba por eso.

Un día salió de prisión y fue con el juez para pelear por el dinero que tenía Thatcher y era mío. El juicio duraría mucho, así que mi papá decidió ser paciente.

Capítulo 6

Después de una semana, me agarró afuera de la casa de la viuda Douglas y me llevó en un bote por el río a un lugar lejano. Sólo había árboles y una casa vieja. Era difícil llegar, así que nadie me encontraría tan fácil.

Así me tuvo encerrado un tiempo. Al dormir, escondía la llave bajo su almohada. Si yo tenía que salir a pescar, iba conmigo. Las ventanas de la cabaña eran pequeñas y yo no cabía por ahí. No tuve oportunidad de escapar.  

Pronto me acostumbré a eso. Todo era tranquilo y silencioso. No tenía que hacer tareas, ni pararme temprano. Tampoco bañarme o comer con cubiertos. Podía casi, hacer lo que yo quisiera. Aunque antes me gustaba vivir con la viuda, comencé a ver lo bueno de estar con mi papá. No me gustaban las palizas, pero fuera de eso, se vivía bien. Lo malo es mi padre empezó a pegarme más seguido y ya no me gustó, así que pensé cómo escapar.

Cuando él no estaba, yo hacía un agujero en la tierra, junto a la pared y bajo la cama. Entonces mi papá no sospechaba nada. A veces se iba por días y me daba tiempo de cavar mucho. Pero otros, se quedaba en la cabaña a tomar. Decía groserías y me pegaba mucho.

Una vez, se le acabó la cerveza y quedaba poca comida, así que se fue al pueblo. Entonces aproveché para cumplir mi plan.

Capítulo 7

Cuando estuve seguro de que mi padre estaba lejos, agarré un saco de harina de maíz y salí por el agujero. Luego fui hacia una balsa vieja que había escondido entre los árboles. La encontré cerca de la orilla y supe que serviría para fugarme.

Después guardé café, azúcar, una escopeta y municiones. También algunos trastes, un serrucho, unas cañas de pescar y cerillos. Me llevé todo lo que creí que me serviría de algo. Luego oculté muy bien el agujero. Estuve seguro de no dejar huellas por ese lado. Tomé un hacha y destruí la puerta de entrada desde afuera. Luego, con unas botas viejas, hice huellas falsas hacia el río. Al terminar, subí a la balsa y me fui, pues ya estaba oscureciendo.

Comencé a navegar hasta la isla de Jackson. Ahí no vive ni pasa alguna persona, así que iba a estar seguro. Llegué como a las tres de la mañana. Tuve que esconder la balsa. En un lugar entre los árboles me dormí viendo las estrellas.

Capítulo 8

Cuando el sol ya había salido, me desperté. Eran como las ocho o nueve de la mañana. Estaba tan cómodo que me iba a dormir otro rato, cuando de pronto escuché muchas voces a lo lejos. Me levanté y fui a ver entre los árboles. Había un pequeño barco lleno de gente. Buscaban en el río y gritaban mi nombre. ¡Me estaban buscando! Mi plan funcionó. Seguro pensaron que alguien había entrado a robar la cabaña y me había llevado en una lancha.

Tenía hambre, pero no podía encender una fogata para calentar algo, por eso tuve que esperar y comer frutas y otras cosas frías. Seguí mirando el barco y alcancé a ver que en él viajaba mi padre, el juez Thatcher, Joe Harper, Tom Sawyer, la tía Polly, Mary y otras personas. Todos me buscaban, pero yo no quería volver.

Después de un rato, se cansaron y se fueron. Entonces aproveché para ir a la orilla a pescar. Por la noche encendí mi fogata y me preparé la cena. Cuando por fin estaba lleno, me acosté junto al fuego. Estaba satisfecho. Después empecé a sentirme solo y triste, hasta que me quedé dormido.

Así pasaron tres días con sus noches. Al cuarto, fui a explorar la isla. Ahora era mía, por eso tenía que conocerla muy bien. Encontré fresas, uvas y moras. Luego de un rato, vi una serpiente y la perseguí para cazarla. Iba detrás de ella, hasta que encontré las cenizas de una fogata que aún estaba caliente. Eso me asustó, así que tomé mi escopeta y continué sin hacer mucho ruido. Después regresé a mi campamento. Recogí todas mis cosas y las puse en un lugar bien escondido. Luego me subí a un árbol a esperar. Estuve dos horas o más, pero no pasó nada.