Las aventuras de Huckleberry Finn​ página 9

Entonces me quedé helado. Ella creyó que yo era Tom Sawyer. Eso hizo las cosas sencillas, pues cuando empezó a preguntarme cómo estaban todos en el pueblo, pude mentir con facilidad. De pronto, llegó el tío. En un principio dudó que yo fuera Sawyer, pero luego lo aceptó.

Después les pedí que me dejaran ir solo por mis cosas en un caballo. En el camino seguía pensando en cómo salir del apuro y encontrar a Jim. Entonces, vi una carreta que se acercaba al camino y, ¡de inmediato reconocí a Tom Sawyer! Me puse enfrente y les pedí que se detuvieran. Al verme se asustó, pensó que era un fantasma. Por fin lo convencí de que era yo, vivo y a salvo. Le conté todo, lo de mi escape, lo de Jim, las aventuras y la situación en la que ahora estaba. Como a él le encantaban las aventuras, aceptó fingir que no era Tom, si no su hermano Sid. Al llegar a la casa, nos recibieron muy bien, sobre todo porque no esperaban al falso hermano.

Al otro día, yo seguí preocupado por Jim. Pero Tom me dijo que él sabía dónde estaba: en un viejo y cercano granero. Por la mañana, un negro entró con comida, pero no creyó que fuera para un animal, pues ellos no usan cucharas ni vasos para comer y mucho menos se alimentan de sandías y café con pan.  Fuimos a ver y por una rendija vi a Jim. Cuando estaba por hablarle, llegó un negro. Nos preguntó que qué hacíamos ahí, pero como Sawyer es muy listo, le dijo que deseaba ver qué hacía, pues su trabajo le pareció muy interesante. El hombre le creyó y entonces nos contó que ahí había un fugitivo. Luego le pedimos que nos dejara verlo y aceptó.

Al entrar, Jim se emocionó mucho y nos llamó por nuestros nombres. El negro se sorprendió y nos preguntó si lo conocíamos. Nosotros dijimos que no, así que se quedó callado. Entonces fingimos que no habíamos escuchado nada, que quizá eran las brujas las que habían hablado. Eso asustó al hombre y nos sacó de ahí a toda prisa. Ahora teníamos que planear el escape de Jim y, ¡qué mejor que con la ayuda del aventurero Tom Sawyer!

Capítulo 21

Se le ocurrieron muchas ideas. Algunas no tenían sentido y lo convencí de no hacerlas. En realidad no era difícil rescatar a Jim. Sólo teníamos que hacer un hoyo por el que cupiera y listo. Pero Sawyer deseaba que fuera como en los libros, así que me dijo todo su plan:

―Tenemos que conseguirle una piedra en la que va a poner frases muy tristes. Luego, una camisa en la que escribirá un diario. También es importante que tenga ratas y arañas. Es necesario conseguirle una flor que riegue con lágrimas y una sábana para hacer algo parecido a una cuerda para escapar.

―Pero si podemos sacarlo ahora mismo, ¿para qué necesita un diario? Lo de las ratas no lo entiendo y menos lo de la flor. Pero lo que menos me queda claro es la sábana, ¡no va a escalar ningún muro o salir por una ventana!

―Huck, tú no entiendes nada. Debemos hacerlo como en los libros. Yo pensé en víboras de cascabel, pero creo que es demasiado, así que imaginaremos que las ratas son víboras. También cavar el hoyo con una navaja, pero nos llevaría mucho tiempo, así que pensaremos que las palas son navajas. Sé que no podemos hacer todo igual que en los libros, pero tiene que ser lo más parecido, así que hazme caso, será un gran escape. Luego escribiremos una nota donde avisaremos que el negro va a escapar, así que nos van a perseguir. Tenemos que hacernos amigos de los perros para que no nos delaten. Ya verás, ¡será muy emocionante!

Así cumplimos el plan de Tom. Eso nos tomó más de una semana. Finalmente, llevamos la nota y corrimos a la cabaña. En lo que sacábamos a Jim de ahí por el agujero y dejábamos todo como Sawyer quería, llegaron corriendo muchos hombres y los perros.

Salimos a toda prisa por el bosque, pero nos alcanzaron a ver y empezaron a disparar. Por fin, llegamos al río pero los perros nos habían alcanzado. Cuando se acercaron a nosotros, sólo nos olieron pero no pasó nada, pues sabían que éramos sus amigos, así que nos dejaron en paz y se alejaron corriendo.

Ya en la balsa, Tom estaba muy emocionado y nosotros también, pero en especial Jim, pues de nuevo era libre. El problema fue que Sawyer no estaba del todo bien. ¡Le habían disparado! Tenía la pierna herida y sangraba mucho. Quiso que nos fuéramos de inmediato, pero Jim y yo nos negamos. No iba a dejarlo así. Bajé de la balsa y fui al pueblo a buscar a un médico. Ellos tendrían que irse a una isla que estaba ahí cerca para que no los atraparan.

Capítulo 22

Cuando por fin llegué con el médico, le dije una historia que me creyó a medias. Mi hermano estaba herido porque se había disparado por accidente y no podíamos volver a casa. Cuando lo convencí de que fuera a ayudarlo, tomó su botiquín y salimos a toda prisa. Al llegar a la orilla del río, le señalé la isla donde estaban. El médico no me dejó acompañarlo en su balsa, pues no quería hacerse responsable de que me pasara algo, por eso se fue solo. Yo me quedé esperando toda la noche hasta que me dormí. Al amanecer, todavía no regresaban. Decidí ir a buscar una balsa y navegar hacia allá, pero al darme la vuelta me encontré con el señor Phelps.

Al verme, se emocionó mucho. Le dije que había salido a perseguir al negro pero que Sid y yo nos habíamos perdido en el bosque. Luego llevó a casa a la fuerza. Yo necesitaba a buscar a Tom y a Jim. No tuve forma de escapar.

Llegamos a casa y me recibieron muy bien. Estaban preocupados por mí. Yo me sentí culpable y ahora no sabía qué hacer. Después de la comida, se escucharon gritos afuera. Cuando me asomé, vi a un grupo de gente llegar con el doctor, Tom en una camilla y Jim atado. Todos lo maldecían y le pegaban. Cuando el señor Phelps salió, le contaron que por fin habían atrapado al negro fugitivo y que lo mejor era darle una paliza y luego encadenarlo hasta que alguien lo comprara o pagara la recompensa. Pero entonces el doctor interrumpió:

No está bien lo que le hacen a ese hombre, señor Phelps. Yo fui a ayudar a este joven que estaba herido y al llegar vi al negro con él. No dije nada y me dediqué a curarlo. Jim me ayudó. Cuando desperté, él seguía ahí, no se escapó. En verdad estaba preocupado por este chico y se quedó con él. Cuando veníamos hacia acá nos vieron y lo atraparon, pero no saben que es una buena persona.

Esto cambió todo, pues de inmediato lo soltaron y fue llevado a su pequeña prisión, pero no lo trataron mal. En ese momento, lo importante era que Sawyer se curara. Al día siguiente, Tom despertó y dijo:

―¡Estoy en casa! ¿Qué pasó?

―Todo bien.

―Qué bueno. ¿Ya les contaste todo a todos?

―¿Qué cosa, Sid?―preguntó la esposa del señor Phelps, que estaba conmigo.

Entonces Tom se dio cuenta de que había hablado de más y no le quedó de otra que contar nuestra historia.

―Tía, nosotros ayudamos a escapar a Jim e hicimos todas las cosas que viste. Las frases en la piedra, la sábana, la camisa con el diario, las ratas y hasta la nota anónima.

Ella nos veía entre furiosa y sorprendida. De pronto, entró otra mujer a la habitación. ¡Era la tía Polly! Ellas se abrazaron. Después supe toda la verdad, esa mujer era la tía Sally, hermana de la tía Polly. Con ella ahí, Tom contó cosas que nadie, más que ellos, sabían:

―Está bien, les diré algo más. Tía Sally, yo soy Tom y él es Huckleberry Finn. No te llegaron cartas de la tía Polly porque yo las escondí. Sé que la señorita Watson se arrepintió de lo que le hizo a Jim y fue ante la ley para hacer un documento para que sea libre, así que él ya lo es desde hace mucho, pero no dije nada porque me parecía mejor que su libertad fuera más emocionante.

Todos estaban muy enojados y contentos a la vez, pues por un lado, Jim era libre, se habían enterado que yo estaba vivo y Sawyer se recuperaba de su herida, pero por otro, nosotros ocasionamos todos los desastres.

Último capítulo

De inmediato fui a sacar a Jim de su prisión. Estaba muy feliz. Lo llevé a la casa y fue tratado de maravilla. Ya en la noche, Tom, Jim y yo nos pusimos a platicar. Sawyer dijo que debíamos seguir con nuestras aventuras, sobre todo con el dinero que teníamos con el juez. Pero yo daba por perdido eso, pues seguro se lo habían dado a mi papá después de que desaparecí. Tom me contó que mi padre nunca volvió. Nadie supo qué pasó con él. Así que mi dinero seguía ahí.

Jim, por otro lado, tenía planes de volver por su mujer y sus hijos como lo había prometido. Yo le dije:

—Te voy a ayudar a salvarlos a todos y después, tal vez, ¡volveré con Tom Sawyer a vivir nuevas y emocionantes aventuras!